Ricardo Lagos Reyes

Ricardo Lagos Reyes

“El 16 de septiembre de 1973, pasadas las 10 de la mañana, fueron muertos en su domicilio Ricardo Raúl Lagos Reyes (47 años), alcalde de Chillán, militante del Partido Socialista, su cónyuge embarazada Alba Ojeda Grandón (29 años) y su hijo Carlos Eduardo Lagos Salinas (19 años), estudiante universitario”. De ese modo describe el Informe Rettig el asesinato del ex alcalde, padre del integrante de la Dirección Interior Clandestina del PS, Ricardo Lagos Salinas, detenido y desaparecido desde junio de 1975.

Asimismo, el informe señala que la información entregada por la autoridad local de la época indicaba que “los afectados se habían enfrentado con personal de Carabineros, cuando estos concurrieron a Avenida O’Higgins 2313, en Chillán Viejo, con el objeto de detenerlos”.

Sin embargo, testigos de los hechos señalaron que al momento de llegar el grupo de uniformados –carabineros y militares– el domicilio fue allanado, siendo sus moradores ejecutados sin que estos opusieran ninguna resistencia.

Según parientes cercanos, los cuerpos del alcalde, su mujer y su hijo menor fueron retirados desde la morgue de Chillán por médicos amigos de la familia, quienes se encargaron de darles sepultura en el Patio N° 1 del Cementerio Municipal. Del mismo modo, afirman que la patrulla de Carabineros que llegó hasta el domicilio del ex alcalde de Chillán encerró a los trabajadores que laboraban en la distribuidora del ex edil, en una cámara de frío subterránea. Ellos sólo sintieron las descargas de metralla que, unilateralmente, fueron disparadas por los uniformados.

Un hombre excepcional

Los chillanejos hasta hoy recuerdan con cariño a la familia del ex alcalde socialista asesinado por la dictadura. Para todos, eran una familia muy unida, honesta y trabajadora, respetada por toda la comunidad.

El ingeniero comercial –graduado en la Universidad Católica– Ricardo Lagos Reyes y su esposa, Victoria Salinas –de quien enviudó dos años antes de ser asesinado– eran de Santiago y vivieron en Concepción, Temuco y Punta Arenas antes de radicarse definitivamente en Chillán, en 1958.

Raúl Valladares, primo del futuro alcalde chillanejo, recuerda que éste, recién llegado, “recorría la ciudad en una bicicleta, vendiendo huevos y quesos; era trabajador, esforzado y muy generoso”.

No fue extraño para nadie que, con el tiempo, y gracias a sus conocimientos profesionales y visión empresarial, Lagos comprara un par de camiones y se convirtiera en representante comercial para la zona sur –entre Talca y Valdivia- de diversas marcas y productos alimenticios, “Quesos Colún”, “Arroz Zaror”,  “Aceites y Grasas Comestibles La Reina” y Yerba Mate “Brasil”, entre ellas.

Interesado por la acción política en tanto dinámica  facilitadora  del progreso y del cambio social, a fines de los años 60 ingresó al Partido Socialista de Chile, organización con la que sería electo regidor y finalmente alcalde, en las municipales de 1971.

El abogado comunista y también ex alcalde de Chillán, Eduardo Contreras, recuerda que “me tocó dirigir el municipio en el período inmediatamente anterior a Ricardo, y lo que nos unía es que ambas gestiones fueron muy progresistas, realizamos muchas cosas juntos. Muchas poblaciones de Chillán, como la Violeta Parra o la 21 de diciembre, por ejemplo, fueron producto de las tomas de terreno en las que regidores comunistas y socialistas estuvimos a la cabeza. No sólo tomándonos los terrenos, sino sobre todo generando soluciones habitacionales dignas para los pobladores sin casa de Chillán. La piscina más grande de la ciudad fue obra de la alcaldía mía y de la que encabezó Ricardo, la iluminación de los barrios pobres de Chillán, también. En todos esos adelantos estuvo la visión y la gestión directa de Ricardo Lagos. El gozaba de un prestigio tan grande entre los chillanejos, entre su comunidad local, que después del golpe, y quizás fue la única ciudad donde esto ocurrió, la junta militar lo ratificó en el cargo”.

Efectivamente,  Ricardo Lagos fue electo alcalde de Chillán en 1971, al tiempo que su esposa, Victoria Reyes, desempeñaba un rol no menos importante a nivel social, como presidenta de la Unión Comunal de Juntas de Vecinos.

Quienes trabajaron en el municipio chillanejo hasta hoy recuerdan la fraternidad que caracterizaba al alcalde Ricardo Lagos, sobe todo en momentos en que por diversas razones no hubo fondos para cancelar los sueldos de los funcionarios, emergencia que el edil superaba poniendo dineros de su propio bolsillo.

Una mirada que comparte Carmen Reyes, que trabajo desde el año 64 con Ricardo Lagos, como su secretaria y contadora: “Él era una persona intachable y fraterna, se preocupaba de los problemas de sus trabajadores, no se atrasaba nunca en los días de pago y si alguno enfermaba, le enviaba la plata a su domicilio. Fue siempre comprensivo con la gente que tenía menos que él. Por ello era tan admirado en todo Chillán”.

Como hombre de izquierda, tenía especiales dotes dirigenciales, en el ámbito gremial, social y sindical, que se sintetizaban, según la exdirigenta del PS Coti Véjar, “en un eficiente pragmatismo”.

Un aspecto en el que coincide otro de sus compañeros de militancia, Tirso Figueroa, que fue abogado de la Intendencia y de la CUT en el mismo tiempo en que Ricardo Lagos era edil de Chillán. Según Figueroa, “tuve varias reuniones con él, en donde pude ver su liderazgo natural y efectivo, sobre todo cuando lideró la formación de un sindicato de dueños de camiones pro Gobierno Popular que creó, para contrarrestar el efecto que la huelga de los camioneros había generado en el llamado Paro de Octubre”. En efecto, gracias a esa iniciativa, las ciudades de las actuales séptima y octava regiones pudieron sortear, parcialmente, el desabastecimiento de productos de primera necesidad.

Isidoro Tohá, también socialista, evoca a Lagos Salinas en los siguientes términos: “era un amigo muy fraternal, inteligente y sencillo a la vez. Nunca buscó el poder por el poder; de hecho, creo que si incursionó en política fue claramente por su vocación de servicio público. Como militante, fue siempre muy leal con el Partido, claro y transparente en su manera de actuar. En la municipalidad aplicó{o su gran capacidad de gestión. Fue un edil con un gran sentido de las prioridades, y ellas estaban dirigidas a satisfacer las necesidades de los sectores chillanejos más postergados. Es así como le dio preferencia a trabajos de urbanización, alumbrado público, agua potable y alcantarillado. Se preocupó mucho de los estudiantes, recuerdo que bajo su administración se compró un bus especial para el transporte de escolares que no tenían los medios económicos para acceder a la locomoción pública”.

Un domingo de horror

Al momento del golpe militar, la vida familiar de los Lagos se estaba recomponiendo de a poco. En mayo de 1972, la esposa del alcalde se había quitado la vida, afectada por una severa depresión.  Casi un año después, éste se había vuelto a casar, con Alba Ojeda, una funcionaria de SERCOTEC. Ella esperaba a su primer hijo, mientras que el menor de los hijos del primer matrimonio del edil, Carlos Lagos Salinas, vivía con ellos.

Según recuerda Patricia Paredes -esposa de Ricardo Lagos Salinas-, Carlos “era un muchacho alegre y extrovertido, simpático y bueno para la talla”. En el liceo había participado como simpatizante del Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER), pero no tenía militancia en ningún partido. Estudiaba Pedagogía en Inglés en la sede provincial de la Universidad de Chile. Jorge Osorio, un amigo de infancia de los hijos del edil y compañero de colegio de Carlos, compartió frecuentemente con este las actividades propias de la juventud: “íbamos a los malones, jugábamos a la pelota, nos divertíamos sanamente”. Agrega que Carlos pololeaba “con una niña de derecha”, pero contrariamente a lo que se pudiera pensar “eso no era ningún problema, no estábamos polarizados, teníamos muchos amigos que pensaban distinto, y eso no era un obstáculo para compartir  y para la amistad”.

Jorge Osorio visitó la casa de la familia Lagos 24 horas antes de su brutal ejecución: “Estuvimos conversando hasta tarde sobre la situación que se vivía en esos días. Estaban tranquilos. Al papá de Carlos lo habían confirmado en su cargo como alcalde y ya había tenido un contacto oficial con el militar que estaba a cargo de la plaza”.

Efectivamente, días antes todo Chillán escuchó, a través de la radio, el bando militar en el que se informaba que el comandante Guillermo Toro Dávila, jefe de zona militar, había confirmado en su cargo al alcalde Ricardo Lagos.

Ese domingo 16 se instaló frente a su casa en Chillán Viejo un bus con 40 carabineros más algunos oficiales y efectivos militares, que desviaron el tránsito para aislar el sector, obligando a los vecinos a cerrar sus puertas y ventanas.

Luego, entraron preguntando a gritos “en donde están las armas”. Estuvieron cerca de una hora y media en el interior, revolviéndolo todo y disparando al aire para simular un enfrentamiento.

Ese día, en forma excepcional, había cuatro empleados en la casa, porque debían descargar un camión recién llegado desde La Unión. Uno de ellos era el marido de Carmen Reyes, quien recuerda que “el matrimonio estaba en pijama y bata de  levantarse, y los uniformados, metralleta en mano, gritaban y daban órdenes en forma perentoria”.

Minutos más tarde, los empleados fueron llevados a una bodega, desde donde, boca abajo y vigilados siempre por los uniformados, pudieron escuchar los disparos.

Uno de los trabajadores alcanzó a escuchar como el edil gritó que no mataran a su esposa, que estaba embarazada. Sin piedad, los efectivos ubicaron a los tres familiares en la parte trasera de su domicilio, descargando unas ráfagas de metralla sobre ellos, luego de lo cual envolvieron los cadáveres en frazadas, los subieron a un furgón y los pasearon por la ciudad, en un rito macabro destinado a infundir terror a la población.

Los medios locales, al día después, avalaron la versión de las autoridades militares, destacando en sus titulares la noticia que hablaba de un enfrentamiento con elementos violentistas, una versión que ningún chillanejo creyó.

Al momento de su muerte, el alcalde Ricardo Lagos tenía 47 años.

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